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No dejes que la arrogancia te cubra los ojos

A lo largo de la vida, hay momentos en los que sentimos que lo sabemos todo. ¡Que arrogancia la nuestra!

Puede que sea en la universidad, en el trabajo o cuando alcanzamos un nivel de conocimiento que nos hace creer superiores a los demás. Es normal. No es pecado, es parte de nuestra naturaleza humana.

Recuerdo mi propia arrogancia en esos años en los que me sentía dueño de la verdad. Opinaba con seguridad sobre política, economía, negocios y hasta sobre la vida misma. Comparado con algunos familiares mayores, sentía que sabía más que ellos. Ahora, al mirar hacia atrás, me doy cuenta de lo equivocado que estaba.

La humildad llega con los años

El tiempo y las experiencias te muestran que estabas viendo las cosas desde una perspectiva limitada. Es como si tus lentes estuvieran sucios y no te dieras cuenta. Y, ¿sabes qué? Es completamente normal. Crecemos, evolucionamos y nuestras ideas cambian.

Con los años, aprendí que aquellas personas mayores, las mismas a las que alguna vez miré con desdén, estaban mucho más cerca de la verdad de lo que yo creía. Y esto no fue porque me lo dijeron, sino porque la vida misma me lo enseñó.

El cambio y el aprendizaje son inevitables

Dicen que las personas cambian por dos razones: o tienen una experiencia muy dura o aprenden algo que los transforma. Ambos caminos llevan al mismo destino: una nueva etapa.

De esta reflexión, me llevo dos lecciones importantes:

  • Mantén la humildad. Nunca te sientas dueño de la verdad. Lo que sabes hoy puede estar equivocado mañana, y siempre hay algo más por aprender.
  • Sé un eterno aprendiz. Estar abierto a nuevas ideas, experiencias y aprendizajes es clave para crecer y madurar.

Dos tipos de aprendizaje

A lo largo de los años, he descubierto que hay dos formas principales de aprendizaje:

  • El aprendizaje teórico, el que obtienes en la escuela, los libros, documentales o cualquier fuente de conocimiento formal.
  • El aprendizaje práctico, el que solo la vida y las experiencias te pueden dar. Ese que llega con los aciertos y, sobre todo, con los errores. Este también te demuestra que lo teórico muchas veces no se aplica a la realidad, o tal vez funciona en una realidad controlada, pero al menos no en las realidades de todos.

Ambos son igual de importantes, pero el segundo es el que más marca nuestra forma de ver el mundo.

Así que, si alguna vez te sientes el más sabio de la sala, recuerda: la arrogancia es un velo que te impide ver la realidad. Mantén la humildad, aprende de todo y de todos, y nunca dejes que la soberbia te cierre las puertas al conocimiento y al crecimiento personal.

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