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Las Recetas para el Éxito

Primero, y considero necesario aclararlo, ¿a qué me refiero con “recetas para el éxito”? Bueno, son esas fórmulas mágicas, similares a las recetas de cocina, que prometen pasos específicos para alcanzar el éxito en cualquier ámbito de la vida. Suenan tentadoras, ¿no? Todos las hemos visto: en LinkedIn, X (antes Twitter) y cualquier otra red social, abundan las publicaciones de personas que comparten su receta infalible para triunfar o, al menos, hacen referencia a las recetas de otros.

Aquí un ejemplo fresco (literalmente abrí LinkedIn y me topé con esto, sin buscar demasiado):

¿Por qué los clientes te dicen “lo voy a pensar”?
Porque tal vez no sienten que los entiendes.
Cambia eso con estas claves:

  1. Escucha primero.
  2. Vende beneficios, no características.
  3. Cuenta historias que conecten.

Las ventas exitosas no se tratan de cerrar rápido, sino de conectar profundamente.

Guarda este video si estás listo para llevar tus ventas al siguiente nivel.

¿Erudito en ventas? Claro, este señor Bryan L. (Estratega Experto en Ventas y Marketing Inmobiliario) nunca ha vendido nada más que sus cursos.

Ahora bien, no solo las redes sociales están repletas de estas fórmulas mágicas. También las encontramos en libros de autoayuda, negocios, dietas, belleza, y un sinfín de temas. Pero aquí viene la pregunta clave: ¿conoces a alguien que haya alcanzado el éxito siguiendo una de estas recetas? Yo no. Ninguna persona. Cero. Ni siquiera alguien que haya bajado de peso estrictamente siguiendo una dieta “infalible”.

¿Por qué no funcionan las recetas?

La respuesta es sencilla, o al menos desde mi humilde perspectiva. Antes de compartirla, debo señalar algo: otro problema tan común como las recetas es la arrogancia de quienes afirman tener explicaciones para todo. No me incluyo en ese grupo; no tengo respuestas definitivas. Solo soy alguien más, compartiendo experiencias personales.

Volviendo al tema: las recetas no funcionan porque simplifican demasiado la complejidad de la vida y el éxito. Sin embargo, nos hemos acostumbrado tanto a su existencia que, al encontrarlas, las seguimos sin cuestionar. Nos prometen que si hacemos A, B y C, obtendremos un resultado extraordinario. Y si no logramos el éxito, la culpa es nuestra: tal vez interpretamos mal un paso o no fuimos suficientemente disciplinados. ¿Pero culpa de la receta? Jamás, aunque tampoco haya evidencia de que funcione.

Entonces, ¿qué hacemos?

Si las recetas no son la solución, la alternativa lógica es buscar nuestro propio camino. Esto puede sonar abstracto o filosófico, pero en realidad, muchas veces las respuestas están en nuestra cabeza.

Es posible que no tengamos toda la información necesaria, pero esa falta se puede solucionar. Cuando tenemos una pregunta específica, buscar información precisa en internet, libros, o incluso preguntar a otros, se vuelve mucho más sencillo. Sin embargo, la chispa inicial, esa respuesta general, está en nosotros mismos.

¿Cómo probar nuestra respuesta?

No hay garantías de que la primera idea que tengamos funcione, pero eso no es motivo para detenernos. Probar nuestras ideas es el único camino. Si funciona, genial: encontramos una manera de avanzar hacia lo que deseamos. Si no, aprendemos y volvemos a intentarlo con otra idea. El éxito no se trata de seguir un manual paso a paso, sino de experimentar, ajustar y perseverar.

¿Dónde buscar respuestas?

Siempre el primer recurso es la cabeza. Pensar y analizar sobre lo que ya sabes y tus experiencias. El segundo es preguntar a alguien que pudiese saber algo y aporte a tu búsqueda de información. La tercera fuente será observar, la cuarta tal vez buscar información en internet o libros. Depende de ti, no hay recetas, pero cada fuente aportará más o menos información y más o menos valiosa. Recuerda que lo que la información que te de alguien que ya ha hecho lo que buscas hacer siempre tendrá más valor que una información teórica de cómo lo deberías hacer.

Conclusión

No existen recetas universales para el éxito. Cada camino es único, y la clave está en construirlo con base en tus habilidades, experiencias y aprendizajes. Así que deja de buscar fórmulas mágicas y empieza a trabajar en encontrar tu propio camino hacia el éxito.

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